El Partido Popular ya tiene su
reforma del sistema financiero, una más condenada al fracaso y claramente
continuista con la emprendida por el Partido Socialista abanderado de las causas
liberales y sometido a la disciplina férrea del protectorado merkelsy. Todavía resuenan esas escalofriantes
declaraciones de ZP asegurando sin ningún pudor “Que que España tenía los
mejores bancos de Europa“. Uno cabe
preguntarse, si no han sido suficientes cuatro años para demostrar la tremenda
equivocación de sostener un sistema financiero, que asfixia la economía real y es responsable directo de esta descomunal
crisis. Pues erre que erre el gobierno de Rajoy de manos del Ministro de Economía ex-lehman brothers, que es como
poner el zorro a cuidar el gallinero,
presenta una reforma que inexorablemente
nos conducirá a una recesión de
caballo, provocando más paro y conflictividad social, y que lógicamente es
apoyada por el PSOE y por la derecha catalana.
La reforma tiene un esquema muy
similar a lo hecho hasta ahora, impone a
las entidades financieras un aumento de las previsiones para, en “teoría”, garantizar la solvencia de las entidades por el deterioro de los
balances a causa de su exposición a activos
tóxicos vinculados al sector inmobiliario. Con ello aseguran, que volverá a
fluir el crédito, y se reactivará la economía
productiva. Y aquí está la gran mentira. Si a las entidades se les exige retraer
50.000 millones de euros para provisionarlos,
irremediablemente tendrán más dificultades para abrir el grifo a la financiación
de familias y empresas. Además no pocos economistas alertan que los activos tóxicos son bastantes más; el Banco de España habla ya de 180.000
millones de euros de créditos inmobiliarios dudosos y otros tantos que ya
veremos, con lo que es improbable que sirva para sanear el sistema financiero, en
todo caso maquillará “la caca” hasta la próxima reforma. Y la prueba del nueve que esta reforma no solo va ser inútil, sino
que va a profundizar en la destrucción de empleo y del tejido productivo, es
que nuestros bancos hasta ahora han tenido barra libre del BCE y el crédito no ha llegado a
la economía real, porque además del deterioro
de los balances, las entidades
financieras han preferido la especulación financiera y la compra de bonos con más
altas rentabilidades, a inyectar crédito en la economía
productiva, fruto en todo caso de la desregulación financiera y la disciplina presupuestaria
impuesta por el protectorado MERKELSY.
¿Entonces cual es el objetivo de
la reforma? Sin duda el verdadero fin es
facilitar la absorción por parte de las grandes entidades financieros a la
banca de proximidad y a las cajas de
ahorro. Grandes fusiones que acabaran con las cajas ahorro tal y como las conocíamos
hasta hace unos años, arrancando su carácter social y de mayor proximidad y vinculación al tejido productivo. Y todo ello financiado con dinero público incrementando
en 6.000 millones de euros el Fondo de reestructuración bancaria (FROB). Otra ayuda
al sostenimiento del sector bancario, "vaya regalito", mientras dejan caer el tejido
industrial, facilitan el despido y desmantelan el sistema de relaciones
laborales. Con ello, además, se alimentara grandes oligopolios financieros y se refuerza la banca de inversión y la economía especulativa y de casino. Y todo ello en un
contexto de sumisión del poder político y de los estados nación a los mercados financieros y grandes corporaciones.
La obsesión del Gobierno y de su
vice convertida en Soraya Simpson portavoz de la propaganda de vendernos
que esta reforma inyectará liquidez en la economía real, al tiempo que
extiende los mensajes del miedo, pronosticando más paro y irreversibilidad de la situación, solo se justifica en la estratégica de que el miedo paralizante pueda más que la indignación
y la rebeldía social. Y además resulta FALSO porque si hay alternativas y en absoluto es irremediable. No son
pocos los economistas, algunos premios nobeles de economía, que consideran la actual política europea nos está precipitando
a la recesión y al paro masivo. En este sentido es de reseñar
las propuestas de economistas como Juan Torres López y Alberto Garzón que apuestan por avanzar en la regulación financiera;
“imponiendo un régimen de completa transparencia contable para detectar sin los engaños actuales su situación patrimonial, dejar caer a los bancos que hubieran quebrado como consecuencia de su irresponsable o mala gestión en los años anteriores a la crisis y obligar a que sus responsables hicieran frente a sus responsabilidades económicas y legales, Nacionalizar el sector bancario deteriorado e imponer una lógica de servicio público al conjunto para garantizar el flujo de crédito a la actividad productiva”.
En este contexto de
estancamiento, recesión y empobrecimiento, donde cada vez más nuestro espejo está
en nuestros vecinos griegos y portugueses cabria preguntarse
¿Dónde nos lleva todo esto? ¿Hacia dónde
vamos?; Puesto que a esta restricción del crédito, hay que añadir
una detracción de 40.000 millones
de euros como consecuencia de la reducción del déficit público, y una salvaje reforma laboral que acabará generalizando
el despido libre y casi gratuito y que profundizará en la desnaturalización del derecho del trabajo
como elemento protector de los trabajadores, y que
supone una ruptura con el actual modelo
de relaciones laborales, devolviéndonos al
inicio de la revolución industrial con la individualización de las
condiciones de trabajo .
En mi opinión este grado de
deterioro no es casual. Durante años en Europa hemos mantenido un estado de
bienestar, que los “amos del mundo” entendido
éstos como las grandes corporaciones y mercados financieros no pueden aceptar, especialmente
tras la extensión de la globalización económica. Desde la crisis de petróleo de los 70 a la actualidad, se han ido cargando poquito a poquito las conquistas
sociales, y llegados este punto es evidente que solo desde un sociedad en
estado de shock, de miedo paralizante, de fuerte fragmentación de
los trabajadores, de dualidad del mercado laboral y de deslegitimación de
los sindicatos de clase, podría aceptarse tal grado de involución; por lo que la reforma financiera junto a la reforma laboral
debe encuadrarse en un paso adelante que forma parte de la voladura controlada del estado del bienestar, al tiempo que se devaluan los regímenes formalmente "democráticos" instaurando
gobiernos tecnócratas (Partidocracia bipartidista) títeres del verdadero poder económico,
que se mantienen en el poder gracias a la propaganda, la manipulación informativa,
el miedo y la represión policial. Su mayor hándicap está en el desarrollo de la sociedad
de la información, y de las redes sociales, y también nuestra oportunidad para despertar la conciencia colectiva, y que la OPINION PUBLICA
emerga como verdadero poder del Siglo XXI.
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