Siguiendo el manual liberal, esta crisis también la están pagando, y de qué manera, el eslabón más débil de la sociedad. Hace apenas un año los voceros del liberalismo clamaban Reformas Laborales “como solución a la crisis económica”, con propuestas de abaratamiento del despido y desregulación del Mercado de Trabajo, llevando a la “irrelevancia” el carácter protector del Derecho del Trabajo. Este desenfoque de las Reformas; frente a la lógica regulación de los mercados financieros se aboga por la desregulación en las Relaciones Laborales, solo tiene su lógica en el ultra liberalismo salvaje que pretende liquidar por la puerta de atrás siglos de lucha y derechos de los trabajadores. Y en esa manipulación del leguaje, se habla con total desparpajo de flexibilidad del Mercado de Trabajo ¿Puede calificarse de rígido un Mercado Laboral como el español, donde cerca del 30% de los contratos son temporales, que crece de manera exponencial en épocas de expansión y se desangra en las recesiones económicas? Parece una falacia, pensar que el causante de la crisis y del Paro sea la rigidez del Mercado de Trabajo. El causante es la restricción del crédito, que ha asfixiado a las empresas y a las familias y un modelo productivo no sostenible sustentado en el ladrillo, en la burbuja inmobiliaria y en la especulación financiera.
Aprobada la Reforma Laboral, aquellos que antaño aseguraban que el Mercado de Trabajo era el gran problema de la economía española, pronto se apresuraron a decir que la Reforma aprobada, ademas de insuficiente, no era solución a nada, y que no esperaramos significativas reducciones del desempleo. ¿Para que se hizó entonces? Aunque se justifico en la lucha contra el Paro, ésta solo pretendia satisfacer las exigencias de los mercados financieros, los mismos que años atras habian montado los chiriguitos financieros que nos llevaron a la ecatombe.
Eso sí, la llamada caverna ultraconservadora se lanzó a demonizar a los sindicatos, LA HUELGA GENERA y a la negociación colectiva. Mientras parte del empresario español se flotaba las manos y vio la oportunidad para cargarse de un plumazo el estado social, y con él el sistema de Relaciones Laborales. El victimismo insultante del Diaz Ferran “ejemplo” del empresario explotador del S. XXI pone en evidencia la “cultura empresarial española” demasiada extendida y heredera del franquismo, que desprecia la mejora de la productividad, y basa la competitividad empresarial en el abaratamiento de los Recursos Humanos y no en la mejora de su cualificación y eficiencia. Ello se deduce entre otras razones por sus altas tasas de temporalidad y siniestralidad del mercado laboral español.
En definitiva, bajo la coartada de una crisis, que el capital especulativo ha provocado (tal vez conscientemente), se ha consumado un gran tijeretazo de grandes recortes sociales y lo que es peor sumiendo a la izquierda social en un total desconcierto y a la llamada socialdemocracia dando el abrazo del OSO al ultra liberalismo más genuino.
Desde la aprobación del Estatutos de los Trabajadores todas las reformas laborales han supuesto perdida derechos sociales de los trabajadores que han sido verdaderos paganos de las crisis. En este contexto parece sorprendente el adormecimiento da la conciencia social de los trabajadores y de la sociedad en general que es lo que está provocando el avance que nos venden como inevitable del capitalismo más genuino. Si bien en mi opinión, hay razones que explican esta involución:
Por un lado la interiorización de la clase trabajadora, del sistema capitalista; el consumo desmedido, el vivir por encima de las propias posibilidades, el endeudamiento, las hipotecas, que encadenan de por vida y ejercen un efecto inmovilizador. Y en especial el recurso al miedo, a perder más que ganar en la lucha social, y a la perdida de ideales de solidaridad y bien común frente al individualismo y la maximización del “YO”, en la crisis de valores que atraviesa la sociedad actual. Pero desde el punto del análisis social, no debe obviarse la perdida de la conciencia de clase, que surgió en la sociedad industrial y que se ha esfumado en la Sociedad de la economía terciaria del Siglo XXI. Y cuya principal causa está en la fuerte segmentación de la clase trabajadora. (Entre parados, y trabajadores, temporales y fijos, grandes empresas y pymes, funcionarios y asalariados, asalariados, y autónomos, cualificados y menos cualificados, industriales, y de servicios, etc.). Procesos que han puesto en evidencia la pérdida de influencia de los sindicatos de clase y la supremacía del poder empresarial. Y en general por la consideración social y en expectativas de la llamada “Clase media”, y “del sueño americano”, un gran invento del capitalismo para dividir a los trabajadores y consolidar la acumulación de riqueza y capitales en detrimento de la gran masa social.
Por un lado la interiorización de la clase trabajadora, del sistema capitalista; el consumo desmedido, el vivir por encima de las propias posibilidades, el endeudamiento, las hipotecas, que encadenan de por vida y ejercen un efecto inmovilizador. Y en especial el recurso al miedo, a perder más que ganar en la lucha social, y a la perdida de ideales de solidaridad y bien común frente al individualismo y la maximización del “YO”, en la crisis de valores que atraviesa la sociedad actual. Pero desde el punto del análisis social, no debe obviarse la perdida de la conciencia de clase, que surgió en la sociedad industrial y que se ha esfumado en la Sociedad de la economía terciaria del Siglo XXI. Y cuya principal causa está en la fuerte segmentación de la clase trabajadora. (Entre parados, y trabajadores, temporales y fijos, grandes empresas y pymes, funcionarios y asalariados, asalariados, y autónomos, cualificados y menos cualificados, industriales, y de servicios, etc.). Procesos que han puesto en evidencia la pérdida de influencia de los sindicatos de clase y la supremacía del poder empresarial. Y en general por la consideración social y en expectativas de la llamada “Clase media”, y “del sueño americano”, un gran invento del capitalismo para dividir a los trabajadores y consolidar la acumulación de riqueza y capitales en detrimento de la gran masa social.